Donald Trump volvió a sacudir el panorama económico estadounidense este domingo al proponer un nuevo recorte de impuestos sobre la renta para las personas que ganan menos de 200,000 dólares al año. La idea, explicó, sería financiar esta reducción con los ingresos generados por los aranceles que su administración ha impuesto en las últimas semanas.
El anuncio llega en un momento en que las preocupaciones sobre su agenda económica empiezan a calar más hondo entre los ciudadanos. En su red Truth Social, Trump aseguró que, a medida que los ingresos por aranceles aumenten, podrían aplicarse recortes sustanciales, e incluso la eliminación total del impuesto sobre la renta para amplios sectores de la población.
Este enfoque no es nuevo para Trump, quien en el pasado ya había planteado la posibilidad de reemplazar parcial o totalmente el impuesto sobre la renta por ingresos aduaneros. Sin embargo, la mayoría de los economistas cuestiona la viabilidad de este modelo, advirtiendo que los aranceles tienden a trasladarse a los consumidores en forma de precios más altos, afectando precisamente a las rentas medias y bajas que ahora Trump busca beneficiar.
El propio secretario del Tesoro, Scott Bessent, intentó moderar las inquietudes el domingo en una entrevista con ABC, restando importancia a las recientes turbulencias en los mercados financieros. Según Bessent, «lo que ocurre en una ventana de dos o cuatro semanas puede ser simplemente ruido estadístico», y subrayó que los fundamentos del mercado de bonos estadounidense siguen siendo sólidos.
Mientras tanto, Trump prometió que «Estados Unidos ganará mucho dinero» gracias a los aranceles, y reiteró su intención de «recortar impuestos para la gente» en cuanto el flujo de ingresos lo permita. No obstante, reconoció que los beneficios tangibles tardarán un tiempo en materializarse.
La percepción pública, sin embargo, pinta un panorama más complicado. Una encuesta de CBS News publicada el domingo reveló que el 69% de los estadounidenses cree que la administración Trump no está haciendo lo suficiente para contener la inflación. Además, la aprobación de Trump en la gestión económica cayó al 42%, una baja considerable respecto al 51% que registraba en marzo.
La nueva propuesta se suma a otras iniciativas fiscales que Trump ha puesto sobre la mesa, incluyendo la extensión de los recortes de impuestos de 2017 —que están programados para expirar a finales de 2025—, así como nuevos incentivos como la exención de impuestos sobre las propinas y las ganancias del Seguro Social, y una reducción de la tasa corporativa del 21% al 15%.
En paralelo, la Casa Blanca trabaja en la reestructuración de acuerdos comerciales bilaterales. Tras imponer aranceles recíprocos a varios países a principios de abril, Trump concedió una pausa de 90 días a todos los afectados, salvo China. Según Bessent, actualmente se negocian acuerdos con 17 socios comerciales clave, principalmente en Asia, y algunos de esos procesos «avanzan de manera muy positiva».
La relación con China, en cambio, sigue siendo más tensa. Pekín ha negado la existencia de negociaciones formales, mientras Washington insiste en que los aranceles actuales del 145% acabarán obligando a China a sentarse a negociar. Bessent se mostró optimista, señalando que un «acuerdo en principio» podría alcanzarse en los próximos meses, siempre y cuando se logre una desescalada inicial en las tensiones.
En el Congreso, los republicanos ya han acordado un marco legislativo que permitiría recortes fiscales de hasta 5.3 billones de dólares en la próxima década. Mientras tanto, asesores como Peter Navarro defienden que los ingresos arancelarios de Trump podrían superar esa cifra, aunque el consenso entre los economistas es que difícilmente llegarían a compensar las pérdidas fiscales proyectadas.
La combinación de promesas fiscales ambiciosas, tensiones comerciales y presiones inflacionarias dibuja un escenario incierto para la economía estadounidense. Con la campaña electoral ya en marcha en el horizonte de 2026, Trump apuesta por un discurso de alivio impositivo financiado con proteccionismo comercial, en un movimiento que podría redefinir —o tensar aún más— la relación entre Estados Unidos y sus principales socios económicos.
Fuente: Catherine Lucey, Bloomberg. Publicado el 27 de abril de 2025.